Al mar se llega
igual como se nace
como se arriba al umbral de la partida
desnudo
despojado
solo.
Como a un nuevo bautismo
bajo el cielo.
Al mar se llega
después de de
caminar
descalzo por la vida.
¿Cómo llegué a esta playa de los vientos oscuros?
¿Si me pierdo de mí, a donde iré?
¿Será entonces
el vuelo, un lugar de pasaje?
Un mar que aún no colma el asombro,
la desborda.
Con el aire inmóvil
su alma se ilumina,
vislumbra la promesa
de unirse a
las bandadas
cuando madure el viento.
A pesar de las plumas y el corazón obscuro
es posible contener la Alegría
― esa antigua
memoria de claves imprecisas ―
y ella es viento y arena;
y ella es ola y espuma;
y es la línea azul del horizonte,
y es esa otra garza, que lo cruza.
Extiende las alas
el azul solitario la remonta
hasta el
instante
de la gota de agua
que se funde
en aire,
que se funde en verde,
y se confunde en tierra.
Busca señales
y en la quietud
aguarda
la invocación interna
la profunda
la gris…
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