Ahora que te marchaste
con tus hermanas las estrellas, quisiera hablar contigo muchas cosas. Aprendí de tu espíritu la ternura infinita, de tu risa: alegría. Me entrené
para madre cuidándote de niña como hermana mayor.
Aquí aprendo lento el
desapego al permitir tu viaje al infinito…
Esas últimas tardes cuando íbamos al parque, el verde era más verde y el cielo transparente. Tal vez tu sed de vida y mi desasosiego, transmutaban el verde y aclaraban el cielo como de despedida.
Algunos días grises la
cobardía ganaba y temía sostener tu mirada que a veces interrogaba y otras
tantas, callaba. No sabía responderte ciertos interrogantes e inventaba algún
tema banal e intranscendente, pero las dos sabíamos que escapaba tu vida.
Tu hermoso pelo negro se fue primero, tú misma decidiste con valentía
suprema deshacerte de él, en lugar de esperar a que cayera uno a uno en tu
almohada. Te sujeté la mano y cerramos
los ojos para lanzarnos juntas, a ese agujero negro que a veces te rodeaba,
mientras que la tijera cumplía su cometido.
Aquella Navidad querías
armar el árbol con luces de colores, te llamé por teléfono para acordar la hora
y tu voz rota dijo que quizás esa fuese la última Navidad que compartíamos
juntos…. Corrí a tu casa e intercambiamos, “Recetas para mujeres tristes”.
Tomaste la decisión de tu final partida a pesar de aferrarte a la vida con fervor infinito.
Tu lucha fue osada; tu dolor infinito. Muchas de tus preguntas de niña ilusionada se fueron marchitando, estabas ya cansada…
Cada mañana esa
angustiosa espera… Hubo momentos que tu dolor que yo sentía en mi cuerpo se volvía
tan intenso que no resistía oír la secreta llamada de angustia que tu alma me hacía.
Últimamente el verde te atraía
de modo irresistible anhelabas
simplemente sentarte a la sombra de un árbol, contagiarte de esa savia que
recorre su tronco, imaginando el tiempo sencillamente ahí. Oír el canto de las aves saludando la vida y el
despertar gozoso de la verde montaña al abrazo del día.
En tu interior vivía,
una sed inagotable de respuestas…
¿Hasta cuándo
la luz en la ventana
y el corazón ansioso
bebiéndosela a sorbos?
Preguntas
sin respuesta en el paso intermedio del ¿por qué?, al ¿para qué?
Ahora empiezo a comprender que las estrellas fugaces como tu, cambian de forma para expandir su luz al universo y nunca, nunca mueren.
Mayo 22,1999
Con poesía en prosa despediste a tu hermanita .
ResponderEliminarBella forma de hacerle un homenaje ,y no dejar que el dolor se acomode cercano a lo sagrado del recuerdo infantil que siempre llenará nuestros bolsillos de inocente alegría, esa que se vuelve urgente a nuestras vidas.
Creo que su bella energía se quedó presente !...Ahora... ese ángel te acompaña y con su magia se hace presente...LOREN